Por Elsa de Ramírez
No sabemos con certeza cuántos fueron los niños menores de dos años que murieron en Belén y sus alrededores a manos de los soldados romanos, ordenada por Herodes, hombre cruel, intrigante, temeroso y desconfiado, quien gobernaba Israel por aquellos tiempos.
Herodes, tras la búsqueda desesperada por asesinar al Mesías, el cual se confió al enterarse que el recién nacido sería el nuevo rey de los judíos, estaría siendo visitado por los Reyes Magos, a quienes el profeta Miqueas les había dicho “Vayan y se informan bien acerca de ese niño, y cuando lo encuentren, vienen y me comunican, para ir yo también a adorarlo”.
Guiados por la aparición de una estrella en el Oriente, los magos se dirigieron a Jerusalén y partieron a Belén.
Según narra la historia, ellos, en sueños, recibieron la visita de un ángel, quien les ordenó que no contaran nada, y así lo hicieron, después de encontrar al niño Jesús, adorarlo y llenarlo de regalos (oro, incienso y mirra), volvieron a su país por otro camino, sin haber revelado la verdad a Herodes, quien esperaba con ansias que los Reyes Magos le indicarían el lugar exacto donde se encontraba el Mesías, sin sospechar que los magos cambiarían su ruta.
La profecía del Antiguo Testamento expresaba “Cuando aparezca una nueva estrella en Israel, es que ha nacido un nuevo rey que reinará sobre todas las naciones” (Números 24,17).
De esta forma se cumplió el oráculo del profeta Jeremías “Un clamor se ha oído en Ramá, mucho llanto y lamento: es Raquel que llora a sus hijos, y no quiere consolarse, porque ya no existen.” – Evangelio de Mateo 2:16-18 Biblia Reina-Valera 1960.
De manera pues, que, Jesús ya había salido de ahí. José, el esposo de María, soñó que un ángel le avisaba “Levántate, toma al niño y a su mamá y llévalos a Egipto, porque Herodes lo está buscando para matarlo”. Y partió con Él y la Virgen María, y vivieron allí hasta que Herodes falleció.
La tradición latina recuerda el 28 de diciembre, Día de los Santos Inocentes, costumbre ancestral que lo ha convertido en un día para hacer bromas dizque inocentes, sin embargo, la Iglesia Católica a partir del Siglo IV, estableció una fiesta para estos niños que murieron como “mártires”, en sustitución del gran Jesús.
Tradición que concibe su muerte como “bautismo de sangre” y preámbulo al “éxodo cristiano”, semejante a la masacre de otros niños hebreos que hubo en Egipto, antes de su salida de la esclavitud a la libertad de los hijos de Dios (Ex 3,10; Mt 2,13-14).
En Honduras, por lo menos en Tegucigalpa, antiguamente sus habitantes utilizaban esta fecha, el 28, para hacer bromas, generalmente de mal gusto a sus amistades y familiares, lo que por supuesto, no dejaba de molestar a quienes recibían tales bromas.
Incluso un diario de mucha popularidad, editado en San Pedro Sula, utilizaba la primera plana del 28 de diciembre de cada año, para “informar” a grandes titulares, noticias inexistentes, que sorprendían al pueblo hondureño, pues si éstas hubiesen sido reales, su impacto a nivel nacional, definitivamente hubiese provocado grandes explosiones humanas, y más de alguna, de repente cambiado totalmente el rumbo de la nación.
Por lo que, tal fecha siempre se conmemora, por lo menos en el mundo cristiano. Así que, hay que tener mucho cuidado y estar alertas, ese día, ya que, más de algún bromista puede utilizar su ingenio para tratar de sorprendernos con una falsa noticia y caer en la red del Día de los Inocentes.
De lo anteriormente descrito, concluimos que el 25 de diciembre nació Jesús; el 28 su búsqueda desesperada para asesinarlo y el 6 de enero la llegada de los Reyes Magos para llenarlo de obsequios y de allí, el hecho que la humanidad en su inmensa mayoría, conmemore estas tres importantes efemérides, con el significado que cada una de ellas tiene de acuerdo con los textos bíblicos.
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