A MI PADRE AUSENTE
Elsa Ramírez García
Hidalgo, señorial,
augusto, noble por excelencia,
gran señor de la amistad,
hasta la temeridad,
filántropo y servicial; en
la comunidad donde vivió
destacó su actitud de gran
patriarca,
él fue consejero, amigo y
servidor incondicional.
Mi padre, Faustino Ramírez
Rodríguez,
fue severo como tal, ejemplar
esposo como pocos,
modelo intachable de padre
singular;
a mi mente viene su imagen
del amor y la ternura
que siempre irradió a
favor del hogar que el formó, hasta la eternidad.
Trabajador incansable,
supo moldear a sus hijos
y ese, fue el mejor legado
para toda la familia
hoy que está en el más
allá, oteando hacia el mundo en que vivimos
pienso que su ejemplo
inmarcesible,
sigue guiando nuestros
pasos, imitando su bondad.
¡Oh padre ausente!
como añoro su presencia,
el mundo entero y mi
propia vida, yo la entregaría
tratando de encontrar
nuevamente su sonrisa,
sus consejos, sus
ejemplos, sus virtudes.
Ese fue Don Faustino, hijo
predilecto de El Inventario,
próspero caserío de San
Marcos de Colón en la ardiente Choluteca.
Desde ese lejano sur, en esta
Tegucigalpa, convirtió su vida aldeana,
en la de un ciudadano
profesional, retratando a nuestra Honduras
por sus Puntos Cardinales.
Viajó por el Atlántico y
también por el Pacífico,
visitó Ocotepeque y
también El Paraíso,
fue un soldado de la
Patria en la parte intelectual, soberano,
augusto, noble, hidalgo y
señorial; ese fue mi amado adorado,
a quien quise más que a mi
vida, la cual daría por volver a estar con él.
14 de marzo de
2011
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