Por Elsa Ramírez
Este 17
de octubre se cumplen tres años del fallecimiento de nuestro padre Don Faustino Ramírez Rodríguez (Q.D.D.G.) 1935-
2009 nació en el Caserío de El Inventario, hoy aldea de San Marcos de Colón, en
la cálida y hospitalaria región sur, correspondiente al departamento de
Choluteca, territorio adyacente al Mar Pacífico del país.
Pocos días transcurren sin recordarlo. Era un
hombre con muchos valores humanos, solidario y valiente, hombre de palabra, honrado,
trabajador y adversario de la mentira.
Pasados estos tres años, perdura en nuestro
recuerdo todo lo bueno que él hizo, todo el amor que nos brindó no solo a
nosotros sino a toda su familia y hasta sus amigos, quienes le llamaban cariñosamente,
“Don Tino”.
Nuestro padre laboró en el Instituto
Geográfico Nacional (IGN), institución del Estado a la que consagró cerca de
medio siglo de su fructífera existencia y de la que egresó, solo cuando por
obligación, tuvo que incorporarse al sistema de jubilaciones y pensiones que el
gobierno otorga a sus empleados y ex empleados que han llegado a la edad
reglamentaria para engrosar la legión de tales personajes, recibiendo una
pensión decorosa, con la cual terminó sus últimos días.
Su calidad humana era enorme y su
elevado espíritu de solidaridad; durante
su vivencia en la emblemática Colonia 21 de Octubre, de Tegucigalpa, llegó a
convertirse no en un líder, ni político, ni religioso, ni deportivo, ni
sindicalista ni nada por el estilo, sino más bien, en un patriarca, ya que todo
el mundo lo admiraba, lo respetaba y le amaba porque siempre estuvo presto al
servicio de los demás, jamás expresó la palabra NO, si era visitado por alguien
en busca de auxilio o de un favor, para calmar cualquier situación difícil que
en su hogar se presentara.
El don de la reconciliación fue su característica,
actuaba inmediatamente como buen conciliador y después de largo rato de
conversación, terminaba su humanitaria labor con éxito admirable.
Su amable espíritu familiar le señalaba
un rincón a quienes buscaban posada.
Su casa siempre estuvo abierta para el
calor humano y eso lo hacía inmensamente feliz,
Su hospitalidad era tan grande, que
hasta se despojaba de su propia cama para cedérsela a sus huéspedes, compartiendo
también su alimento diario, y todo lo que en su hogar se consumía.
Ese don de servicio al prójimo, lo
llevó al sepulcro con una sonrisa dibujada en su rostro, satisfecho del deber
cumplido durante su permanencia en este valle de lágrimas; así lo reiteraron
las personas que acudieron a su velatorio, y le dieron el último adiós frente a
la caja mortuoria, que llevó sus restos mortales hasta el sepulcro.
papi, dicen que uno no muere mientras
es querido, así que usted vivirá mientras nuestra existencia se mantenga en
pié.
¡Cuántos recuerdos, padre!
Tres años hace ya que te fuiste, pero
sigues vivo.
Nos duele por dentro cuando vienen a
nuestro recuerdo los días que pasabas en la casa, te veo sentado, cabizbajo,
pensativo, ensimismado en tus pensamientos, silencioso esperando las llamadas
de tus hijos, parientes y amigos; O tal vez escuchando, creo yo el llamado
hacia su presencia de nuestro Padre Celestial.
Estabas así padre amado, tanto rato…
estabas ausente y yo, tu hija me quedaba observándote sin decir ninguna palabra.
Tan solo me dolía por dentro tu
sufrimiento y aun me duele tu ausencia, pero hoy tengo el alivio de las
lágrimas.
Y te veo postrado en la cama del hospital,
donde mi dolor al ver que te alejabas se hacía más grande, el dolor se agolpaba
en mi pecho.
Esa noche antes de tu partida hacia el
más allá, extendiste tus brazos hacia mí,
al llegar a tu lado me mirabas, y tus ojos que nunca habían llorado, se llenaron
de lágrimas y yo, muy feliz te sonreía, y mintiendo, yo que odio la mentira,
con vanas esperanzas te animaba; te abracé y con ese abrazo quise darte vida,
mi vida, pero solo pude darte mi calor por un instante, apreté tus manos, esas
manos trabajadas, manos honradas que nos dieron el sustento. Pero la parca
inexorable e indolente nos ganó la batalla.
Tres años hace ya que nos dejaste,
pero tú vives en nuestro pensamiento, estás en nuestros corazones y sigues vivo
porque tú fuiste de esos seres que murieron para eternizarse. Nunca te olvidaré
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