Elsa de Ramírez
En
la historia ha habido líderes que, por su apego a sus ideales, han formado
parte de ese privilegiado grupo, el primero fue Jesús el hombre más grande de
todos los tiempos, que permitió desarrollar su liderazgo en 12 personas, sus discípulos,
el poder de influencia trasciende a través de los siglos. Estos 12 discípulos
delegaron su liderazgo en otras personas que estaban cerca de ellos y ejercieron
un efecto multiplicador, transmitiendo sus conocimientos a través de sus
enseñanzas; Jesús con su humildad nos dejó una enseñanza que se fundamenta en “amar
al prójimo como a ti mismo”, las cuales harán del hombre ese modelo de ser
humano añorado por Cristo, pero el Cristo redentor de los pobres a quienes se
debe y por los cuales murió en la Cruz.
Otro hombre considerado como un auténtico líder
fue Nelson Rolihlahla Mandela, abogado y político, Metodista, nació en Mvezo, El
Cabo, Unión de Sudáfrica, el 18 de julio de 1918; conocido en su país como Madiba,
título honorífico otorgado por los ancianos del clan de Mandela, elegido
democráticamente mediante sufragio primer presidente de Sudáfrica (10 de mayo
de 1994 - 14 de junio de 1999), recibió el Premio Nobel de la Paz en 1993.
La trascendencia mundial de este hombre
genial llegó a tal extremo, que los forjadores del Séptimo Arte o del
Celuloide, lo llevaron a la pantalla grande para demostrarle a la humanidad el
liderazgo que alcanzó en su apasionante y sacrificada existencia con el
estreno en 2009 de la película Invictus, -género de drama, biografía, historia
y deporte, racismo basado en hechos reales del libro de John Carlín-, producida
por Warner Bross Pictures; dirigida
por Clint Eatswood, guión de Anthony Peckham, con el elenco extraordinario,
encabezando el reparto: Morgan Freeman protagonizando al carismático líder,
objeto de esta obra y Matt Damon, entre otros.
Nelson Mandela tras ser puesto en libertad en 1990, llega a la
presidencia de su país y decreta la abolición del “apartheid”. Su objetivo era llevar a cabo una política de
reconciliación entre la mayoría negra y la minoría blanca. En 1995 la
celebración en Sudáfrica de la Copa Mundial de Rugby fue el instrumento
utilizado por el líder negro para construir la unidad nacional; calificado como un
líder carismático, centrado en un
propósito, con un alto concepto de sí mismo, optimista y sereno, luchó por la
reconciliación del país, su rechazo a las medidas radicales y su sentido de la
responsabilidad lo llevaron a fijar
pilares políticos y económicos de la nueva Sudáfrica y medió en los conflictos
del continente; con un extraordinario carisma, siempre lleno de optimismo y empatía.
Su discurso al ser liberado (11 de
febrero de 1990), tras 27 años en Robben Island, concluyó:
“He anhelado el ideal de una sociedad democrática y libre en la que
todas las personas vivan en armonía con idénticas posibilidades. Es un ideal
por el que espero vivir y que espero alcanzar. Pero, si es necesario, es un
ideal por el que estoy dispuesto a morir”.
En sus memorias, Frederick de
Klerk (que obtuvo el Nóbel de la Paz en 1993 junto a Mandela), dijo de él: “Posee un talento excepcional para hacer que
todos aquellos con los que mantiene trato se sientan seres excepcionales”.
Mandela aprendió en la cárcel a
manejar la ira, el odio, la vergüenza hacia la valentía y la pasión; en sus
propias palabras expresó: “estuve 27 años
en la cárcel, pero mi mente nunca estuvo en la cárcel”; eligió
voluntariamente no ser una víctima de las circunstancias, sino conducir a los
suyos a la victoria moral. “Hay pocas adversidades en este mundo que
uno no pueda convertir en un triunfo personal si cuenta con una voluntad de
hierro y las habilidades necesarias”.
Gordon Brown, le definió como: “el más grande y el más valiente de los
dirigentes de nuestra generación”.
Para Jack Lang: “Mandela ha devuelto su auténtica nobleza a
la política”. También ha devuelto la nobleza al Liderazgo, a un liderazgo de
principios y de servicio.
De la película Invictus
describimos parte del discurso pronunciado en la toma de posesión: “Viajo a Durban, con el fin de convencer a
100mil seguidores exaltados del ANC (Partido que lo llevó al poder), de que
debe reinar la paz.” “Cojan sus cuchillos, sus armas, sus machetes y arrójenlos
al mar.”
“Yo, Nelson Roy Mandela, juro
mi más absoluta lealtad a la república de Sudáfrica. Nunca, nunca, nunca jamás,
permitamos que ésta hermosa tierra vuelva a vivir la opresión de los unos hacia
los otros, ni a sufrir la humillación de ser repudiada por el mundo”.
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