En mi calidad de Vice-presidenta del Consejo Hondureño de la Cultura Juan Ramón Molina, me honro en compartir el siguiente escrito de la pluma del Dr. Víctor Manuel Ramos.
Estafeta
Tránsito de María Manuela Sacasa de Prego
Salid, sin duelo, lágrimas corriendo.
Garcilazo.
Víctor Manuel Ramos
Qué más nos queda, sino llorar. Ha fallecido, en su amada León, María Manuela Sacasa de Prego. Una mujer extraordinaria, poeta, revolucionaria, promotora de la cultura y, sobre todo, amante sin cortapisas, del GRAN RUBÉN DARÍO.
Nació en León, Nicaragua, en 1939, descendiente de los más grandiosos poetas de Nicaragua, entre ellos Salomón de la Selva, de quien era sobrina. Dedicó, gran parte de su vida a dirigir el Teatro Municipal de León José de la Cruz Mena y a presidir el Instituto Rubén Darío.
En política, militó en el Frente Sandinista de Liberación Nacional y ocupó el prestigioso puesto de diputada por el Departamento de León. Se destacó en la Asamblea Nacional como una apasionada promotora de la cultura nacional nicaragüense.
Gracias a su pasión por Rubén Darío, dirigió, durante 18 años consecutivos el Simposio Internacional Rubén Darío, que se convirtió en un evento al que peregrinaron intelectuales de todo el mundo para rendir culto y homenaje, con estudios y exaltaciones, al gran poeta de América: Rubén Darío. Fueron 18 los Simposios internacionales realizados, año con año, bajo su incansable dirección. El último en enero de este año fue un éxito total. Yo asistí a más de 10 y siempre ella me recibió con aquella alegría y entusiasmo que la caracterizaba. Me abrazaba, ya sabía en qué hotel me instalaría, hablaba una cuantas frases conmigo y luego seguía dando instrucciones aquí o allá para que todo funcionara con engranajes perfectamente aceitados. En esos simposios participaron figuras importantísimas del ámbito cultural internacional: Jorge Eduardo Arellano, Rocío Oviedo Pérez de Tudela, Darío Villanueva, Günter Schimigalle, Francisco Javier Bautista Lara, Rodrigo Caresani, Nidia Burgos, Nidia Palacios, Hugo Espinoza, Kathleen O´Connor, para mencionar unos pocos, sobre todo de la decena de nicas que estaban atentos, año con año, a la convocatoria. Dieciocho eventos para desmenuzar el pensamiento y la obra de Darío como poeta, amante de la paz, periodista, prosista, cronista, novelista, cuentista, en fin, todos los ámbitos de la vida y la obra del gran Rubén.
Estuvimos con ella, mi esposa y yo, en León en enero de este año, con motivo del último Simposio. En esta ocasión, gracias a su dedicación maravillosa, hizo que La Asamblea Nacional celebrara una sesión especial en el Parque, frente a la Catedral de León, en homenaje a Rubén Darío. Era una hormiguita moviéndose en todas las direcciones: nada se movía si no era con su consentimiento y su presencia. Estaba atenta a todo y mantenía, a través del mensajero, comunicación con todos los participantes para que enviaran sus ponencias, para que confirmaran su participación, pare recibirles en el aeropuerto o en el Teatro a quienes viajábamos por tierra.
Cuando el Mitch, ella se encontraba en Tegucigalpa, para realizar una exposición de pintores nicaragüenses.
En una ocasión me regaló un hermoso libro en el que reunió a los poetas leoneses. Un libro muy completo y muy útil para quien se interese por la historia de la literatura nicaragüense. Yo reseñé ese libro, lleno de importantes figuras de la poesía del país de Sandino. Pero también publicó: Pensamientos liberados (1967), Mensajes maternos (1976), Abriéndoles mi corazón (2001) y Soy mujer (2008).
Nicaragua pierde a una figura trascendental. El movimiento dariano pierde a uno de sus pilares fundamentales. León pierde a una de sus hijas más sobresalientes y la humanidad, a una mujer amante de la liberta y la justicia, que supo vivir plenamente, abrazada a una pasión indomable e imponderable: la pasión por Darío. María Manuela Sacasa de Prego: gloria eterna.
Tegucigalpa, 27 de mayo de 2020.
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