Por Elsa de Ramírez
Según la historia, los garífunas llegaron a nuestro país en 1797 experimentaron de la isla de San Vicente, como deportados políticos porque se alzaron en protesta contra la opresión inglesa.
Se establecieron en la región atlántica de Honduras en lugares como Trujillo, La Ceiba, Tela, Islas de la Bahía y la vasta región de Gracias a Dios, así como algunos otros buscaron en Olancho y Comayagua, lo mismo que en los departamentos de Atlántida, Cortés y Yoro. De allí expandió su etnia por todo el territorio hondureño hasta llegar al año 2015 en que confraternizamos, armonizamos y convivimos sin prejuicios ni discriminaciones de ninguna naturaleza.
Los Garífunas hondureños se han distinguido como excelentes deportistas específicamente en el área del fútbol, magníficos cocineros y sobresalientes intelectuales en las diferentes áreas del sable humano.
Sin embargo, nuestro propósito fundamental en esta crónica es exaltar la presencia del afamado Ballet Garífuna Hondureño que ha recorrido desde 1962, año de su fundación, diferentes países de Europa, Estados de la Unión Norteamericana y muchos otros de Latinoamérica.
El primer director de este original grupo artístico fue el ahora abogado Lino Álvarez Sambulá, cuyos estudios se encuentran en las instalaciones del viejo edificio del Instituto Central Vicente Cáceres frente al parque La Merced.
Después, y viendo el éxito resonante de sus actuaciones artísticas a nivel nacional, el grupo fue adscrito a la Secretaría de Cultura y Turismo en 1975, siendo ministro de esa importante Secretaría de Estado, el coronel desaparecido y el abogado Efraím Lisandro González Muñoz. Ya para entonces era el director artístico del cuadro el sociólogo Armando Crisanto Meléndez quien específicamente se dirigió dirigiendo con los mejores éxitos desde aquella memorable fecha este grupo artístico musical que tanto prestigio le ha dado a Honduras en el exterior.
Cuando los salvadoreños se encuentran inmersos en su guerra civil, en la década de los setenta y primeros años de los ochenta del pasado siglo, el gobierno de Honduras para apaciguar y contribuir a la paz interna de ese país envió al Cuadro Nacional de Danzas Garífunas, el cual permaneció por espacio de diez días actuando en diferentes escenarios de la nación cuscatleca, alcanzando los más sonoros éxitos y la gratitud del pueblo salvadoreño, porque en mucho contribuyeron a la reconciliación nacional.
Después de los vimos compitiendo con grandes grupos de la misma etnia, afectados de Cuba, Haití, República Dominicana, Jamaica, Brasil y otros países del Caribe e Iberoamérica en el Primer Festival Internacional Garífuna celebrado en el fastuoso balneario de Cancún en México, habiendo reconocido un primerísimo lugar, un peso de la competencia con grupos de alcalde membrecía y con instrumentos musicales modernos que participan en este festival célebre. Y así, sucesivamente sus presentaciones internacionales cubren ciudades tan importantes como Las Vegas, Nevada, Los Ángeles, Miami, Nueva York, Estados Unidos de América, etc., y en Europa han actuado en París, Roma, Berlín y Bonn, así como en Londres y otras ciudades importantes del viejo continente.
Penetrar al Centro Cultural Garífuna, ubicado en el corazón de Tegucigalpa, constituye simplemente una experiencia impresionante, por no decir monumental, ya que el director artístico y coreógrafo del grupo, profesor Armando Crisanto Meléndez, ha logrado independizarse y con ello la superación de su equipo, en el que hay muchos profesionales de educación media y universitaria, por lo que el escenario constituye algo así como un museo o mejor dicho un santuario a la Etnia Garífuna en el que se puede admirar toda clase de instrumentos propios de su danza y música , literatura, vestuario y figuras decorativas con sabor a costa.
El Ballet Garífuna Nacional, se prepara para una nueva gira por diferentes países del planeta, siempre el mensaje de la hondureñidad, porque viven, piensan y actúan como hondureños.
Es preciso señalar que en sus originales danzas y con su música excepcional, invocar a sus dioses, a sus antepasados, a sus ancestros, a sus divinidades, a los espíritus de sus seres predilectos, por lo que ver y escuchar una función completa garífuna, es transportarse a un mundo diferente, ya que todo lo que hacen durante sus transmisiones tienen un sabor especial, lo que los convertidos en únicos dentro de la especie humana.
Nosotros tuvimos la oportunidad de intercambiar ideas con el destacado maestro don Armando Crisanto Meléndez y su adorada hija Ashanti, que tuvo las principales figuras del elenco, tal extremo que ella tuvo furor durante sus presentaciones individuales en otros entornos del mundo.
El profesor Meléndez nos atendió maravillosamente y en señal de gratitud, ofrecemos este mensaje, para los hondureños todos separados que en nuestro país existen instituciones inmensamente grandes como es el Ballet Garífuna Nacional.
Comentarios
Publicar un comentario