Por Elsa de Ramírez
Algunos datos los
hemos tomado de la reciente obra “Entierros, exhumaciones en culturas antiguas”
de la pluma del conocido catedrático e historiador nacional licenciado Juan
Manuel Aguilar Flores.
En investigaciones
sobre creencias ancestrales conoceremos el papel de las costumbres cristianas
de sepultar a los difuntos, actividad antigua que se practicó hace miles de
años en distintas culturas como egipcia, china, celta y nuestros pueblos prehispánicos,
también ciertos ritos fúnebres para ayudar a los muertos llegar sin
contratiempos al más allá, por supuesto, basados en creencias sobre existencia
de vida después de la muerte.
En los procesos
mortuorios egipcios y de otras culturas usualmente acompañaban al difunto “…
los bienes terrenales que necesitaban en el otro mundo con la creencia que
después de la muerte había una convivencia en el mundo celestial”.
Pequeños
recipientes fueron encontrados en cámaras mortuorias conteniendo granos, líquidos
y animales autóctonos momificados. Además de lo anterior se creó la necesidad
de conocer la: “…preservación del cuerpo llevando a desarrollar el estudio de
cómo embalsamarlos tanto de personas como animales.”
“Se ha comprobado a
través de la historia que los trabajadores funerarios preparaban a los difuntos
para la vida eterna, retirando la mayor parte de los órganos interiores para
luego esterilizar el cadáver y secarlo, por dentro y por fuera, con sales de
Natrón, unos 40 días más tarde envolvían el cuerpo con vendas de lino, luego,
era colocado en una serie de cajas de madera para después en un féretro de
piedra, enseguida lo disponían en el interior de la cripta, donde yacía
orientándolo hacia el Este para, recibir el sol naciente en un simbólico renacimiento”
.
Aproximadamente 350
años después de Cristo cuando el cristianismo florecía en el mundo mediterráneo
la práctica de la momificación comenzó a desaparecer.
“…la identificación
de las sepulturas fue un fenómeno tardío; en los cementerios, el uso de la
cruz, sin inscripción alguna, sólo surgió a partir del siglo XII, y pasó un
tiempo hasta que empezaron a colocarse nombres, fechas y losas en las tumbas.
El nivel social del difunto establecía claras diferencias; los nobles y
adinerados preferían enterrarse dentro de las iglesias, en conventos,
monasterios o capillas privadas.”
Los aztecas
utilizaban las cortezas del pino, considerándolo sagrado, luego preparaban al
difunto para la ceremonia de cremación. Se envolvía el cuerpo en mantas finas y
se colocaba jade en la boca para representar el corazón, se decoraba con
insignias representativas al Dios principal del templo.
En América
prehispánica los amerindios sin tener conocimiento de culturas antiguas de
otros continentes, desarrollaron formas propias de entierros casi similares.
Los caribes de
origen suramericano “…Para las ceremonias fúnebres, los deudos cercanos se
rapaban, así como los cautivos y servidores que poseía. Lloraban y cantaban
elegías en las que, referían las hazañas bélicas del muerto. Los cadáveres
femeninos se colocaban con sus cestos de ajuar, comida y bebida.”
Los Incas envolvían
a sus nobles en telas terminadas. Entierros en fardos de algodón.
Recientemente, leímos
en diarios digitales, escuchamos en radio y vimos por televisión: “Cientos de
hondureños bloquearon el lunes 4 de mayo del 2020 una carretera al este de la
capital, Tegucigalpa, para impedir que sepultaran a víctimas de Covid-19 en un
cementerio cercano a sus comunidades, informaron manifestantes. Unos 300
vecinos de una veintena de comunidades colocaron piedras y ramas de árboles en
la carretera entre Tegucigalpa y Olancho, a 10 km al este de la capital.
El domingo 3 de mayo
“vinieron a enterrar un cadáver, venían con todas las medidas de seguridad,
pero si los familiares (contagiados) vienen a comprar a una pulpería, nos van a
contagiar”, se quejó uno de los manifestantes que rehusó identificarse, en declaraciones
a un telenoticiero local. “...ese manifestante añadió que en otros lugares
cercanos de Tegucigalpa los vecinos rechazaron los entierros y no permitirán
que lleven víctimas del nuevo coronavirus, por lo que estarán en alerta para
impedirlo.”
El viceministro de
Salud, doctor Roberto Cosenza, expresó: “en varias zonas de Honduras pobladores
no han dejado pasar las carrozas fúnebres que van para ciertas comunidades y el
familiar tiene que andar con el cadáver” buscando dónde enterrarlo y deploró
que hay familiares de personas que mueren en Tegucigalpa y San Pedro Sula, la
segunda ciudad del país, que han querido llevar a los muertos a sus lugares de
origen para sepultarlos, pero los vecinos lo impidieron. También explicó que en
algunos casos los propios familiares han rechazado a los muertos por temor a
ser contaminados, pese a que los entregan herméticamente sellados. “A las
autoridades de salud nos ha tocado ir a los cementerios” a enterrar cuerpos,
indicó el viceministro. Cosenza advirtió que “el virus llegó para quedarse” y
las autoridades tendrán que concienciar a la población sobre las medidas de
protección que permitan los entierros.
Y usted amigo lector,
¿qué opina sobre el particular?
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